Un mundo de extraños

Compartimos cuarto, cama y hasta pensamientos.

Compartimos cocina, baño y estudio.

Compartimos vida.

Sin embargo míranos, tan alejados, tan ajenos, tan indiferentes.

Compartimos tanto que hay veces en las que a tus ojos les gusta meterse en mi boca.

Incluso hay días donde a tus manos les gusta dar toques a lo que escribo.

Qué jocosa y penosa situación.

¿Cómo es que ni siquiera cuando estamos a centímetros puedo dilucidar alguna pista de tu ser?

¿En qué precario momento hemos estado viviendo?

-

No puedo parar de mirarte, me intrigas.

Me causa curiosidad tu mundo, extraño.

Me intriga qué tanto es lo que maquina esa pequeña cabeza.

Cualquier intento de análisis minucioso lo has tirado conjunto a esos papeles que rayas a veces.

Pero irónicamente así me conectas más a ti.

Me pregunto si yo también te causo curiosidad.

Me pregunto si tú también eres consciente de nuestras semejanzas.

Me pregunto si notas mi poca entereza, como yo noto la tuya.

-

¿Qué pasará cuando estalle ésta psicosis que nos une?

¿Qué pasará cuando alteremos éste intento de cohesión?

¿Y si toda ésta ignorancia converge en algún conocimiento oculto?

-

En medio del espesor de ésta neblina en la que nos hemos visto inmersos puedo notar tus ojos cansados,

sé que les pesa la vida,

incluso sé que el mundo se confabula para que por medio del mimetismo camufles casi a la perfección ese par de esferas tristes.

¿En qué tren te has subido, extraño?

-

Existen días en los que un eco divertido toca mis tímpanos,

y ahí estás tú,

con la mitad de una sonrisa,

con un par de luces brillando de forma incandescente,

pero llega un momento donde de la nada un relámpago calla ese susurro y lo regresa a la cotidianidad.

¿Será que tú decides tu propia cotidianidad, extraño?

-

Qué tan absurdo es vivir en mundos de extraños,

extraños que se conocen tanto, a pesar de todo,

extraños que se describen mutuamente sin saberlo.

¿Qué tan absurdo es pensar en que quiero acercarme un poco a tu mundo, extraño?

Regresar al inicio